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viernes, noviembre 17, 2006

Seis ligas españolas, tres copas de Europa, una Intercontinental, subcampeón del mundo,...: Ferenc Puskas

El mítico ex futbolista húngaro Ferenc Puskas ha fallecido en la madrugada de este viernes a los 79 años de edad como consecuencia de la enfermedad de Alzheimer que sufría desde hace seis años. Puskas, quien ganó entre 1958 y 1966 seis ligas españolas y tres Copas de Europa con el Real Madrid, se encontraba ingresado desde mediados de septiembre en una clínica de Budapest y su estado de salud era crítico desde hacía días. Fue internacional tanto con la poderosa selección húngara como con España entre los años 1961 y 1962. Puskas se encontraba internado en el hospital Kütvolgyi de la capital desde hacía seis años y en los últimos días su estado empeoró por una neumonía, según informa a MTI, agencia de noticias magiar, Gyoergy Szollosi Gyorgy, portavoz de la familia. El ex jugador del Real Madrid fue internado en la Unidad de Cuidados Intensivos del hospital a mediados de septiembre, desde cuando prácticamente perdió el contacto con el mundo, según lo había asegurado en aquel entonces su compañero y amigo Jenoe Buzánszky. Este viernes, Buzanszky, al saber la noticia, ha dicho a MTI: "Ésta es una enorme tragedia para Hungría y especialmente para nosotros, los amigos". "Ayer (por este jueves) hablé con los médicos que me comentaron que Puskas vivirá hasta que su corazón aguante. Se fue el mejor deportista del país", prosigue. Con la muerte de Puskas sólo quedan vivos dos de los miembros del llamado "equipo de oro" magiar de los años 1950, Buzanszky y el portero Gyula Grosics.
Ferenc empezó a jugar al fútbol cuando era recogepelotas en el campo del club Kispest, en Budapest. Hijo de un famoso jugador, Ferenc Puskas siguió sus pasos y a los 10 años jugaba en este club, con el que debutó en la máxima categoría húngara a la edad de 16 años. Con su selección nacional debutó en 1945 en un encuentro frente a Austria, en el que también fue el autor de un gol. Con ella alcanzaria el oro olímpico en Helsinki 1952 y el subcampeonato del Mundo de Suiza 1954, después de perder ante los alemanes liderados por Fritz Walter (3-2). La invasión soviética de Hungría de 1956 le llevó al exilio al igual que otros muchos compañeros de su equipo quienes fueron sancionados con más de un año de suspensión por la FIFA. Dejaba atrás un balance de 349 partidos de Liga con 358 goles. Después de deambular por el fútbol europeo, en junio de 1958 y pese a contar con la negativa del secretario técnico del Real Madrid, José Samitier, Bernabéu lo fichó para el club blanco después de un extraordinario partido ante el Botafogo brasileño.
Puskas ganó entre 1958 y 1966 seis ligas españolas, una Intercontinental y tres Copas de Europa con el Real Madrid retirándose con 40 años (llegó al club con 31) a parte de 4 torneos pichichi (máximo goleador de liga). Jugó 85 partidos en la selección magiar y 4 con la selección española tras conseguir la nacionalidad en 1961. Recibió en enero de 2006 la condecoración "Campeones de Europa" de la UEFA. Los húngaros le habían elegido como el mejor deportista nacional y el estadio más grande del país lleva su nombre desde hace siete años. Tras dejar Hungría a los cincuenta fue juzgado en su ausencia por las acusaciones de "traidor a la patria" por el régimen comunista y no pudo volver a su país hasta el año 1981.
Con todos los respetos hacia la interminable pléyade de grandiosos jugadores que han pasado a lo largo de la centenaria historia madridista, Puskas ("escopeta" en húngaro) es uno de los componentes del triunvirato que, junto a Di Stéfano y Francisco Gento, convirtió al Real Madrid en lo que es hoy en día, un mito. A finales de los años cincuenta empezó a circular por la ciudad una leyenda según la cual Alfredo di Stéfano y "cañoncito pum" cruzaban apuestas, después de los entrenamientos y con la puerta cerrada a cal y canto, con el simple objeto de dilucidar cuál de los dos era capaz de lanzar un libre directo y golpear más veces con el balón en la escuadra. Los pocos privilegiados que asistieron a aquellas memorables timbas deportivas aseguran que, aunque por poco, casi siempre ganaba Puskas con el consiguiente enfado de la "saeta rubia", a quien no gustaba perder ni a las canicas.
Cuando Puskas llegó al Madrid llevaba mucho tiempo sin jugar, demasiado. Estaba excesivamente grueso y era propietario de lo que hoy conoceríamos vulgarmente como una "tripita cervecera", pero en cuanto pilló de nuevo el tono físico la máquina empezó a carburar otra vez. Era un goleador envidiable y un futbolista de muy mal genio, de ahí que sintonizara rápidamente con el otro gran cascarrabias del equipo, Alfredo di Stéfano. Don Alfredo cuenta en sus memorias que Puskas, que no hablaba ni una gota de español, no hacía más que repetir "¡motor, motor, motor!", que quería decir correr: "como no hablaba, protestaba mucho. Hacía ademanes con la mano que eran muy comunes en los países centroeuropeos, pero que aquí (en España) sentaban muy mal a los árbitros. Yo le dije mil veces que no hiciera ese gesto con la mano, que aquí significaba mandar a alguien a tomar por..., o a freír puñetas, pero no me hacía ni caso".
No es posible pasar por el estadio Santiago Bernabéu sin que en alguna de sus piedras rebote el eco de aquellas palabras de Ferenc Puskas... "¡Motor, motor, motor!" Su pierna izquierda dominó durante tantos años el "planeta fútbol" que hoy resultaría imposible explicarlo sin hacer referencia a él. The Times habló del "partido del siglo" cuando Hungría desarboló a Inglaterra en el estadio de Wembley por 3-6; no se exagera en absoluto al afirmar que esta madrugada, en una clínica de Budapest, ha muerto el futbolista del siglo XX. La enfermedad que roba la memoria se ha llevado también al hombre, y con él se ha ido el futbolista. Hace algunos años una expedición del Madrid encabezada por Di Stéfano fue a Budapest a rendirle un homenaje a Puskas. Dijeron que a Ferenc ya le costaba mucho recordar quién había sido, qué había hecho para merecer aquello, por qué tanto alboroto. Él lo habría olvidado, pero aquí estamos nosotros para recordarlo siempre. Si es cierto eso que dicen de que un hombre no muere del todo hasta que ya nadie le recuerda, Ferenc Puskas vivirá eternamente.

1 Comments:

  • At 8:43:00 a. m., Anonymous Anónimo said…

    Vaya, que estupenda reseña...
    De las más completas que he visto en todo el día!

     

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